Quiero
aferrarme a tus carnes
y encender
todo mi ser
en el
incendio
de tus
entrañas.
Ay, amor,
quiero tenerte en mis brazos
como aquella
noche en El Cairo,
en el hotel
de las luces magras,
cuando tus
gemidos eran
brocados de
noche,
y mis manos
ergástulas
de
zoológicas hembras en celo
Ay, amor,
quiero inundarte de savias
hasta
alcanzar la contemplación del caos,
o del cielo,
o del infierno,
o de la
mismísima muerte.
Ay, amor,
quiero besarte en la boca
Ay, amor,
quiero
tenerte.
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