جادوگرنی

Tengo a la noche como mi enjuague inmortal para sentir que no duermo entre su lecho, en él tu abrazo se hace antesala de la mañana y el despertar de mi rutina se revela en su engaño. Mi espíritu se aleja, se escapa entre las sombras donde el sol aun no ha llegado a sonrojar; abrumada, aturdida quizás, lloro entre mi deseo de seguir entre sueños, te espero...

Mis ojos se ciernen entre el purpura del ocaso y desde él, un boceto inacabado. Cuanto retrato irrepresentado, contrayendo la tentación de un solo trago, nuevas caricias que se disipan en cada tormenta, ilusiones que se rebosan y que solo dejan paso a la cobardía infame, incansable testigo mudo; destello que por solo unos segundos me despoja de la resuelta comodidad y sin embargo, el instinto de tus orillas no deja de mirarme, lo sé y se oculta entre las cortinas de tus pasos. Allí te sobrevuelo y permanezco impasible, impenetrable, necesitándote; evidenciando la agonía de este corazón tuyo, mio...

De nada sirven estas estúpidas rayas, su significado va a ser siempre necio y lleno de simplicidad, único sentido del que no rescinde.
¿ En qué acierto puedo dibujar el aroma extinguido?
¿ Desde qué grieta puedo dividirte al raciocinio?

Me quedo sin el estimulo, sin el bálsamo litigante del que aspirar.
Al final solo necesito este momento, solo dame este segundo,
solo un segundo...




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